viernes, 27 de abril de 2012

EL PODER DEL LUGAR

El mundo no es tan móvil ni está tan interconectado como creemos. En ciertos sentidos la geografía continúa manteniendo bajo su garra a miles de millones de personas. Todos nacemos en un entorno natural y cultural que nos modela individual y colectivamente. Desde nuestra lengua materna, pasando por la religión de nuestros padres y llegando al peligro de los desastres naturales, el punto de inicio de nuestro viaje tiene mucho que ver con nuestro destino. El punto de vista de De Blij es de gran interés para políticos, inversionistas, ONG y cualquier persona a la que le guste estudiar mapas para obtener las revelaciones que se esconden en los pliegues de los mismos.
Los lugares determinan muchas cosas en nuestra vida. A pesar del mito moderno de la sociedad movible, la gran mayoría de los ciudadanos del mundo morirán en sus países de origen. Gran parte de los habitantes de la Tierra hablarán el lenguaje, se vestirán, seguirán las costumbres, practicarán la religión y lamentarán los reveses de sus países de origen. Quienes han nacido en pobreza seguramente morirán pobres. Los miles de millones de personas que han nacido en lugares pobres sufren más enfermedades, tienen menos acceso a la salud y vivirán menos años que los millones de afortunados que han nacido en tierras más favorecidas.
Desde 1994 y por primera vez en la historia, 50% de la población mundial vive en ciudades. Londres, Nueva York, Hong Kong y otras son ciudades mundiales, que forman parte de una red global urbana. Londres está más conectado con Nueva York que con otras ciudades menos importantes de Inglaterra. De igual modo, Miami interactúa más con Sao Paulo que con Jacksonville.

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